A veces me sorprende que el tiempo pase tan rápido, y que
nosotros vayamos notando tan poco como los días se hacen semanas, estas meses,
y ellos finalmente años.
Me resulta curioso también, que a pesar de que la vida vaya dejando
lecciones, a veces nos empeñemos en olvidarlas; y de pronto, llegamos de nuevo
al punto de partida, con bastantes golpes pero sin el aprendizaje suficiente; y
entonces el trayecto aunque es el mismo, va pareciendo da vez más pesado.
Pero, creo que es normal equivocarse y olvidar, de humanos
diría yo.
Pero sin estancarse en lo ya
vivido, la misión de cada uno debe ser evaluar cada paso y procurar que
cada experiencia se convierta en una lección que ayude a construir una mejor
versión de lo que cada quien es.
Y si la memoria no nos fallara tanto, dicha labor sería
bastante más sencilla. Sin embargo, el
chip a veces se formatea y en ocasiones actuamos como si no supiéramos nada.
La cuestión es que de eso es de lo que quiero escribirte
hoy, de aquello que no debe olvidarse, o al menos de parte de ello porque estoy
seguro que a mí también se me han escapado de la memoria algunas de las
lecciones que la vida me ha dado.
Y pues, ahí va:
No olvides que la vida es como una montaña rusa, y así como
a veces podemos levantar las manos y dejar el viento correr entre nuestros
brazos en medio de una amenazante bajada, también hay instantes en los que
conviene tener bien agarrado el pasamano y procurar que el disfrute sea desde
ahí. Lo que no debe salirte de la mente,
es que no importa que tan desafiante luzca lo que está por venir, debes
disfrutar cada paso: gritar, llorar,
marearte, enojarte y pedir que todo pare mientras sueltas terroríficos alaridos,
pero a fin de cuentas, gozar y aprovechar cada segundo, para que los días no
se lleven las oportunidades con ellos.
Porque tampoco hay que olvidar sonreír :) |
Tampoco olvides que
hay cosas que pueden esperar porque con el tiempo (y por la experiencia que ya
tenemos los que estamos aquí) se van tornando mejores, y puede que, por decidir
aceleradamente, te tomes el vinagre, cuando pudiste beber el vino añejo. Despacio
te irás dando cuenta que no hay nada
como sentirse alegre pero también lleno de paciencia.
Quiero que recuerdes también, que en la vida a veces toca
llorar, pero es de guerreros levantarse con las lágrimas en el rostro y seguir
librando una buena batalla; el peleador nato vence sus miedos, su tristeza y su
desanimo, toma de nuevo fuerzas y va adelante. El luchador sabe que mucho de
su conocimiento provino del dolor y por ello recibe con esperanza cada nuevo
desafío.
No tengas miedo de equivocarte pero procura actuar siempre con franqueza, no tengas miedo
de levantar tu voz y decir que algo es injusto, no tengas miedo de reír a
carcajadas por lo que puedan pensar los demás, no tengas miedo de los demás
cuando debas competir por algo (yo te aseguro que ellos estarán más aterrados
que tu), no tengas miedo de esforzarte por ser el mejor en todo lo que hagas,
porque el esfuerzo es el que hace al campeón… nunca tengas miedo.
No niegues a nadie el perdón, y tampoco dudes jamás en pedir
a alguien que te perdone; no puedo explicarte bien porqué pero puedo decir que la
paz siempre estará presente en tu vida, en tanto que tú decidas siempre
perdonar.
No dejes nunca de amar, pero ten presente que no hay forma
de dar algo que no se tiene; por tanto, comienza siempre por amarte a ti mismo,
siéntete orgulloso de ti, levanta tu rostro incluso cuando el viento, las
circunstancias y el panorama digan que hay que tener la frente abajo. Celebra
tus triunfos, canta cuando estés feliz, siéntete el mejor y no dejes que nunca nadie
te haga sentir lo contrario.
Ámate, porque solo así podrás ser capaz de amar con
profundidad a otros y celebrar también sus triunfos, enseñarles a siempre
levantar su rostro y decirles como sentir siempre que se es el mejor. Ámate,
porque solo así podrás amar a otros, y de esta forma cambiar el mundo en
dimensiones nunca antes conocidas.
Finalmente, no olvides agradecer a Dios: por las
batallas ganadas porque te dieron confianza para seguir, y por las perdidas
porque son evidencia que no te rendiste incluso ante lo adverso. No olvides
levantar tu rostro, y dar gracias porque todo lo bueno que tienes proviene de
Él.
No olvides confiarle a Él todas tus ansiedades, porque estoy
seguro que siempre tendrá cuidado de ti.
Ahora Nico, te pido humildemente que siempre me recuerdes
lo mismo a mí por si yo alguna vez lo olvido.
Y no podía cerrar
esta carta, sin decirte lo feliz que me siento de tener un año escribiéndote,
porque han sido también 365 días de aprendizaje para mí; y aunque me invada la
ansiedad al pensar cuanto tiempo falta para nuestro encuentro, quiero que sepas
que desde ya te espero con una enorme sonrisa.
Desde un par de años atrás.
Te amo.
Papá.
Lima, Perú. Juegos Bolivarianos 2013 |
https://www.facebook.com/CarEd2011?fref=ts
https://twitter.com/cared2011
cared1992@gmail.com