viernes, 25 de abril de 2014

Lo que no hay que olvidar

A veces me sorprende que el tiempo pase tan rápido, y que nosotros vayamos notando tan poco como los días se hacen semanas, estas meses, y ellos finalmente años.  

Me resulta curioso también, que a pesar de que la vida vaya dejando lecciones, a veces nos empeñemos en olvidarlas; y de pronto, llegamos de nuevo al punto de partida, con bastantes golpes pero sin el aprendizaje suficiente; y entonces el trayecto aunque es el mismo, va pareciendo da vez más pesado.

Pero, creo que es normal equivocarse y olvidar, de humanos diría yo.

Pero sin estancarse en lo ya  vivido, la misión de cada uno debe ser evaluar cada paso y procurar que cada experiencia se convierta en una lección que ayude a construir una mejor versión de lo que cada quien es.

Y si la memoria no nos fallara tanto, dicha labor sería bastante más sencilla. Sin embargo,  el chip a veces se formatea y en ocasiones actuamos como si no supiéramos nada.

La cuestión es que de eso es de lo que quiero escribirte hoy, de aquello que no debe olvidarse, o al menos de parte de ello porque estoy seguro que a mí también se me han escapado de la memoria algunas de las lecciones que la vida me ha dado.

Y pues, ahí va:

No olvides que la vida es como una montaña rusa, y así como a veces podemos levantar las manos y dejar el viento correr entre nuestros brazos en medio de una amenazante bajada, también hay instantes en los que conviene tener bien agarrado el pasamano y procurar que el disfrute sea desde ahí.  Lo que no debe salirte de la mente, es que no importa que tan desafiante luzca lo que está por venir, debes disfrutar cada paso:  gritar, llorar, marearte, enojarte y pedir que todo pare mientras sueltas terroríficos alaridos, pero a fin de cuentas, gozar y  aprovechar cada segundo, para que los días no se lleven las oportunidades con ellos.

Porque tampoco hay que olvidar sonreír :)


Tampoco olvides  que hay cosas que pueden esperar porque con el tiempo (y por la experiencia que ya tenemos los que estamos aquí) se van tornando mejores, y puede que, por decidir aceleradamente, te tomes el vinagre, cuando pudiste beber el vino añejo. Despacio te irás dando cuenta  que no hay nada como sentirse alegre pero también lleno de paciencia.

Quiero que recuerdes también, que en la vida a veces toca llorar, pero es de guerreros levantarse con las lágrimas en el rostro y seguir librando una buena batalla; el peleador nato vence sus miedos, su tristeza y su desanimo, toma de nuevo fuerzas y va adelante. El luchador sabe que mucho de su conocimiento provino del dolor y por ello recibe con esperanza cada nuevo desafío.

No tengas miedo de equivocarte pero procura  actuar siempre con franqueza, no tengas miedo de levantar tu voz y decir que algo es injusto, no tengas miedo de reír a carcajadas por lo que puedan pensar los demás, no tengas miedo de los demás cuando debas competir por algo (yo te aseguro que ellos estarán más aterrados que tu), no tengas miedo de esforzarte por ser el mejor en todo lo que hagas, porque el esfuerzo es el que hace al campeón… nunca tengas miedo.

No niegues a nadie el perdón, y tampoco dudes jamás en pedir a alguien que te perdone; no puedo explicarte bien porqué pero puedo decir que la paz siempre estará presente en tu vida, en tanto que tú decidas siempre perdonar.

No dejes nunca de amar, pero ten presente que no hay forma de dar algo que no se tiene; por tanto, comienza siempre por amarte a ti mismo, siéntete orgulloso de ti, levanta tu rostro incluso cuando el viento, las circunstancias y el panorama digan que hay que tener la frente abajo. Celebra tus triunfos, canta cuando estés feliz, siéntete el mejor y no dejes que nunca nadie te haga sentir lo contrario.

Ámate, porque solo así podrás ser capaz de amar con profundidad a otros y celebrar también sus triunfos, enseñarles a siempre levantar su rostro y decirles como sentir siempre que se es el mejor. Ámate, porque solo así podrás amar a otros, y de esta forma cambiar el mundo en dimensiones nunca antes conocidas.

Finalmente, no olvides agradecer a Dios: por las batallas ganadas porque te dieron confianza para seguir, y por las perdidas porque son evidencia que no te rendiste incluso ante lo adverso. No olvides levantar tu rostro, y dar gracias porque todo lo bueno que tienes proviene de Él.
No olvides confiarle a Él todas tus ansiedades, porque estoy seguro que siempre tendrá cuidado de ti.

Ahora Nico, te pido humildemente que siempre me recuerdes lo mismo a mí por si yo alguna vez lo olvido.

Y  no podía cerrar esta carta, sin decirte lo feliz que me siento de tener un  año  escribiéndote, porque han sido también 365 días de aprendizaje para mí; y aunque me invada la ansiedad al pensar cuanto tiempo falta para nuestro encuentro, quiero que sepas que desde ya te espero con una enorme sonrisa.
Desde un par de años atrás.

Te amo.

Papá.

Lima, Perú. Juegos Bolivarianos 2013

 Por:
Carlos Eduardo Gómez 
https://www.facebook.com/CarEd2011?fref=ts
https://twitter.com/cared2011
cared1992@gmail.com