domingo, 27 de febrero de 2022

Carmen

Hola Carmen

Desde que partiste, he estado pensando en lo mucho que lamento no haberte conocido un poco más; o lo mucho que me arrepiento de no haberte llevado a ver una competencia de esgrima como me pediste. Lamento también no haberte invitado a subir una montaña conmigo, y de pronto ver un amanecer juntos, como sé, te habría encantado. 

Lo siento, y espero que desde ese cielo hermoso en el que estás, podás perdonarme. Sé que es tarde para decirlo, pero no dudo que ese corazón noble que tenés seguro se está riendo un poco de mis lamentos tardíos. 

Vos viviste veintidós años; yo tengo casi treinta pero me queda más tiempo. No sé cuanto exactamente pero sé que hay un hoy que aún puedo vivir como si fuera el ultimo día de mi existencia. En honor a vos, quiero vivirlo con doble intensidad y quería escribirte esta carta para contarte un poco de las cosas que me gustaría cambiar de aquí en adelante; espero que desde donde me leás, te saquen una sonrisa. 

Voy a subir todas las montañas que pueda: en cada camino voy a recordar que tengo un tiempo limitado, y procuraré que eso me de la fuerza para dar el siguiente paso. Nunca voy a dejar de maravillarme de ver la creación de Dios en su máximo esplendor cada vez que conquiste una nueva cumbre. 

Cada cumbre que conquiste va a llevar de alguna forma tu nombre. 

Voy a sonreír en las fotos: no importa que tan feo crea que me veo al sonreír,  voy a perderle el miedo a la "fealdad" y voy a mostrar esos dientes tal cual perrito cuando ve a su amo. Gracias por recordarme que no tengo todo el tiempo del mundo como para desperdiciarlo preocupandome de como me verá la gente; o de si voy a gustarles o no. 

No voy a volver a preocuparme de eso; al contrario, cada vez que alguien diga "foto", voy a hacer que esa sonrisa me salga del corazón como si fuera la ultima vez que podré hacerlo. 

Voy a pensar en vos en cada una de esas sonrisas. 

Ya no voy a tenerle miedo a las cucarachas voladoras: quizás nunca lo supiste, pero desde niño les tuve pánico. La próxima vez que una se me cruce en el camino, voy a agarrarme a "chancletazos" con ella. Nunca más voy a volver a cerrar los ojos cuando vea que alguna se aproxima. 

Y a esos otros miedos que llevo dentro, también los voy a agarrar a "chancletazos" cuando quieran manifestarse. No voy a volver a cerrar los ojos cuando se aproximen. 

Te voy a recordar en cada una de esas victorias. 

Voy a hablar de aprendizaje: aunque siempre he visto todo en función de ganar o perder, de ser el mejor o no ser nada; de aquí en adelante voy a cambiar ese lenguaje por uno más compasivo. Un lenguaje donde se exprese que en esta vida tan corta, hay algo que trasciende a la victoria o a la derrota: la capacidad maravillosa de aprender. 

Porque al final, es únicamente el aprendizaje lo que puede volvernos mejores. 

Cada vez que logre expresarme así, también vas a estar presente. 

Voy a agradecer todos los días: por la alegría del amanecer y por la solemnidad del atardecer; por lo esplendoroso de la creación y por el amor de Dios que puede encontrarse en todos los detalles de nuestra vida. Por mi prójimo y por la posibilidad de servir que se renueva todos los días. 

En cada paso procuraré encontrar esa manifestación de amor que nos lleva a vivir al siguente nivel. En cada uno de esos momentos, voy a tomarme el tiempo de respirar profundo y agradecer. 

Gracias, Carmen. 

Por recordarme con tu vida que no puedo desperdiciar ni un solo segundo de la mía. Por recordarme con tu sonrisa que no debo dejar de sonreír. Y por recordarme con tu amor a Dios que no puedo dejar de depender de esa fuente inagotable. 

Desde donde yo estoy y hasta donde vos estás, te abrazo. 






sábado, 20 de noviembre de 2021

A mi yo de ocho años

Hola Carlos, 

Estoy en 2021, llegando al final del año y con un poco de nervios porque el 2022 es el año de nuestros treinta. Aún no sé si estoy listo pero sigo avanzando, sin prisa y sin pausa, como vos y yo decimos siempre. 

Quería escribirte porque hay un par de cosas que nunca te dije, y que hoy, en un sábado caluroso de verano salvadoreño quisiera hacerte saber. Sé que en este momento, lo que estoy a punto de decir no es algo que escuchés muy seguido, y no sabés cuanto quisiera poder estar ahí, a tu lado, en lugar de escribirlo. 

Estoy muy orgulloso de vos; no te hace falta nada. No tenés que ser bueno en el fútbol, ni la mente más brillante en los números. No tenés que ser un artista ni tener habilidades sobrenaturales para que yo me sienta tremendamente maravillado del niño tan especial que sos. No pensés que queremos que cambiés algo en vos para amarte más, porque no, no queremos. 

Así como hablás, asi como te reís, así como caminás, así como nos llenás de ternura la casa; así tal cual, te amamos. Nada de lo que diga nadie tiene que hacer que deseés ser otra versión de ese niño tan noble que sos en este momento. A veces, algunas palabras van a herirte o van a hacerte sentir que hay que modificarte para ser aceptado, pero no, ya sos maravilloso, y si nadie te lo dice ahora, yo te lo grito desde acá: ¡Estoy orgulloso de vos!

Se que en ese afán de sentirte aceptado, vas a tratar de destacar en algo. En algunos momentos, la sensación de no ser suficiente va a ser tal, que te vas a inventar lo que sea para ser notado y quiero que sepás que, aunque vas a lograr destacar en muchas cosas, ninguna de esas es necesaria para que yo te ame. Perdoname si a veces este yo que soy ahora, te exigió más de lo que merecías cuando quizás solo necesitabas un abrazo y algunas palabras de amor. 

Lo voy a volver a decir, por si aún no he sido lo suficientemente claro: ¡Estoy orgulloso de vos!
Y la razón de mi orgullo no son las medallas que vas a ganar, ni los títulos que vas a conseguir o los trabajos que vas a tener, mucho menos los viajes que vas a hacer o las cumbres conquistadas de todos los cerros o volcanes que se te va a ocurrir subir. 

La razón de mi orgullo, es simplemente ese niño que sos ahora, que aunque no escuche muy seguido lo que yo estoy diciendo hoy, no deja de creer en si mismo y sigue avanzando a pesar del dolor. Sé bien que cuando alguien te hace burla por ser como sos, o dice algo que te duele porque simplemente no te entiende, llorás un ratito y un par de minutos después, tenés de nuevo una enorme sonrisa en el rostro. 

Eso y asi de fuerte es que sos, que nunca nadie te haga creer lo contrario. 

Aún no lo sabés pero yo te he visto hacer cosas geniales en tus días más grises. Incluso cuando por dentro tengás una tormenta, vas a seguir moviendote a pasos firmes sin dejar de avanzar en ningún momento y yo no podría ser quien soy ahora, sin toda esa fuerza que ya está en vos. Sos un niño maravilloso, fuerte y valiente, y aunque a veces, yo mismo voy a tratar de hacerte creer lo contrario, te pido que nunca dejés de creer en esa versión hermosa que ya sos. 

Lo último que quisiera decirte, tiene que ver un poco con el concepto de plenitud, cuyo significado sé, vas a pasar buscando los próximos años. 

Pues mirá, no estoy muy seguro de haber comprendido totalmente dicho concepto pero puedo compartirte un poco de lo que entiendo hasta hoy (quiero hacer esta aclaración para que veás que los adultos no somos precisamente brillantes): 

Yo diría que una aproximación a la plenitud es saber y aceptar que hay días grises y también días soleados y de fresca brisa. Hay días de triunfo y otros de completa adversidad. Aceptar que hay días que estás en la cumbre y otros donde transitás por los valles más oscuros, pero que al final todo eso, junto; a su tiempo y en su ritmo, es el milagro de estar vivo. 

Te amo, 


Por:
Carlos Eduardo Gómez
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lunes, 11 de octubre de 2021

Palabras de amor

 Hola Carlos, 

Solía escribirte una carta en tu cumpleaños todos los años; perdón por no llegar a tiempo esta vez. 

Comprendo que ha sido un año complicado, lleno de retos y aprendizaje pero no queria dejar pasar más tiempo sin decirte un par de cosas que desde agosto traía en mente. 

Como es propio de vos, te es muy fácil hablar de tus defectos y bromear o reírte de ellos no resulta nada del otro mundo. Casi siempre, al hablar de esos defectos, pareciera que tratás de castigarte antes que alguien más lo haga. Te gusta hacer bromas pesadas sobre vos, porque preferís burlarte de vos mismo a pasar por el terrorífico episodio en el que alguien más lo hace. 

Si me lo preguntás, te entiendo y sé que a veces reírte de aquellas cosas en vos mismo que duelen es mucho mas fácil que intentar abrazarlas con comprensión. Sé que estás trabajando en ello y no dudo que ese proceso de autoconstrucción se ha intensificado particularmente este último año. 

Pero no es sobre defectos que te quería hablar esta vez, porque ya sé que esos los tenés bastante bien identificados. Hoy en particular, quería contarte un poco de las cosas que admiro de vos y que, a pesar de conocerte tanto, de vez en cuando no dejan de sorprenderme. Más que contarte sobre ellas, quiero agradecerte porque a pesar de muchas circunstancias no has dejado que esas cualidades se extingan dentro de vos. 

Gracias primero por no rendirte con vos mismo; sé que dentro de todos tus proyectos, a veces te volvés el más complicado; y plantarle persistencia y resistencia a tu proyecto más importante es algo que vos nunca dejás de hacer. Admiro mucho cuando vas solo a comer Taco Bell únicamente para tener un rato en el que te consentís. 

Gracias por siempre sonreír ante lo adverso. Creo que conozco a pocas personas que incluso al llorar sepan decir una broma que rompa la tensión del momento y sé que este año ha traído desafíos que por ratos te hicieron desear emprender retirada y volver a la cuarentena. Gracias por contemplar esos retos, por abrazar el miedo y la incertidumbre que sentías y aun así, seguir adelante con una sonrisa. 

Gracias por siempre esperar lo mejor. Sonreír podría parecer fácil pero, ser capaz de seguir teniendo esperanza a pesar de la incertidumbre es como la gasolina que permite que sigamos en marcha en ese camino que, a veces, parece ser cuesta arriba. 

Gracias por todo el esfuerzo. Sigue sorprendiendome ese empeño que ponés en todo lo que hacés como si fuera un regalo que vas a darte a vos mismo. No dejés que ese lema de trabajo de "bien hecho desde el inicio" se acabe nunca. Ya vos y yo sabemos como ha servido trabajar siempre con la simple pero firme convicción de que las cosas se hacen bien unicamente porque asi es como deben ser hechas. 

Gracias por mantener tu corazón abierto para amar. En el pasado hubo experiencias que te han tentado a creer que hay que dar de forma limitada, que hay que contener el amor para no parecer debil o que hay que dejar de expresar para que no parezca que de verdad aprecias a alguien. Gracias por no creer en nada de eso. 

Y si lo creíste en algún momento, gracias por renunciar a esas creencias. 

Gracias, porque a pesar de lo muy defectuoso que creés que sos, aún seguís estimandote como un trabajo en proceso que está lejos de ser terminado y que es capaz de automejorarse todos los días. 

Gracias, porque con todo y el camino cuesta arriba, sacás una asombrosa fuerza de tu interior para seguir dando pasos firmes hacia tu propia cumbre personal. 

Seguí trabajando en vos que sé que tendrás mucha aventuras para contar. Seguí trabajando en vos, como decís siempre, sin prisa pero sin pausa. 

Felices veintinueve, Carlos. 

Con amor. 


Por:
Carlos Eduardo Gómez
cared1992@gmail.com



sábado, 10 de abril de 2021

Carta para Carlos: todo va a estar bien

Antes que nada quiero pedirte disculpas por la tremenda demora en escribir esta carta. Creo que la esperabas en agosto de dos mil veinte y resulta que yo he tardado un poco más de siete meses en encontrar algo relevante que decirte. 

Pero bueno, para comenzar: ¡Felices veintiocho!

Nunca me voy a cansar de decir cuánto me sorprende tu capacidad de adaptarte a lo que se te ponga al frente. Con o sin miedo, no dudás en seguir avanzando. 

Ojalá que en los años que vengan, esa cualidad nunca te abandone. 

Se que los veintisiete y los meses que llevás de los veintiocho no han sido precisamente faciles pero no quería dejar pasar esta oportunidad de decirte que todo, absolutamente todo, va a estar bien. 

Todo va a estar bien, asi como lo estuvo el año pasado cuando sentías que las finanzas personales iban mal y de pronto recibiste una buena noticia en el trabajo. 

Todo va a estar bien, asi como lo estuvo el año pasado cuando sentiste que no estabas listo para un nuevo reto laboral pero aun así lo intentaste. No podés negar que te ha ido mucho mejor de lo que esperabas. 

Todo va a estar bien, asi como cuando lloraste en tu cuarto con un corazón roto y pensaste que no te ibas a recuperar nunca. No podés negar que ahora mirás al futuro con esperanza. 

Todo va a estar bien, como lo estuvo después de un ataque de pánico del que pensaste que no ibas a poder salir ¿la ansiedad ha podido detenerte alguna vez? 

Todo va a estar bien, como ha resultado estar luego de que vos pensaras que únicamente habría caos. 

Y es que, si te soy sincero, las cosas no están bien por tu mérito, ni por tu capacidad o tu personalidad; y mucho menos por tus decisiones (que dejan bastante que desear). Las cosas están bien porque su misericordia te sostiene y porque su favor inmerecido no deja de hacerse presente en tu vida. 

Si te soy sincero, no estaría mal que te relajés un poco y dejés que Él haga lo que tiene que hacer en tu vida, porque al final, no puedo recordar una sola vez en la que nos haya fallado ¿no crees? 

Él dijo que iba a estar con vos todos los dias hasta el fin del mundo. Dijo tambien que tenía planes de bien para tu vida para que tengás un futuro lleno de esperanza. Creo que un poco mas de confianza no vendría mal. 

Si con la poca confianza que has tenido todo este tiempo, Él te ha mostrado que ningún detalle escapa de su cuidado; imaginate lo que aguarda si dejás todo en sus manos. Él no te va a defraudar. 

Él puede hacerte descansar, pero necesita que dejés en sus manos lo que pesa sobre tus hombros. 

Todo va a estar bien porque Él está con vos, y así, hasta el más terrorífico huracán puede jugar a tu favor. Que tu única preocupación sea amarle con intensidad; dejale el resto a Él. 

Te abrazo y no dudo que vas a seguir teniendo cosas extraordinarias para contar. 

Con amor, 



Por:
Carlos Eduardo Gómez 
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domingo, 12 de abril de 2020

A mi yo de ocho años

Carlos, 

Ya casi olvidé lo que se siente tener tu edad; no voy a negarte que la vida adulta es un poco más ajetreada de lo que me gustaría y que por ratos me encantaría haber detenido el tiempo en el año 2000; en él que vos estás ahora mismo. 

En medio de las circunstancias actuales y un poco más de tiempo libre, me gustaría decirte algunas cosas que me he guardado por más de veinte años. Si en algún momento, lo que digo no tiene sentido; no te preocupés, lo entenderás luego. 

Primero que nada, quiero decirte que estoy muy orgulloso de vos; no importa que no lo creas ahora, o que no lo escuchés muy seguido de las personas a tu alrededor; sos un niño maravilloso y no hay nada malo en vos; ni en tu forma de caminar, de hablar, de reír o de llorar; ya todo lo que sos es hermoso y está en una constante evolución. Tratá de recordar lo más que podás del niño que sos ahora, porque en algunas ocasiones eso te va a llenar de esperanza. 

Conservá ese corazon noble que te caracteriza y procurá nunca perder tu habilidad de demostrar cariño con esa espontaneidad con que lo hacés ahora. El mundo de hoy procura que la gente vele sólo por su propio bienestar, pero tu habilidad de sonreír o de abrazar con tanta naturalidad va a ser luz en la vida de algunas personas; intentá no perder eso nunca. 

Y de tu humor, ni contarte; te va a llenar la vida de risa, y vas a ser capaz de mantener la esperanza aún en momentos muy complicados. No importa si alguien dice que tu humor es demasiado escandaloso o ruidoso; nunca lo apagués, ni tratés de disimularlo. Es quien sos, es maravilloso y no te merecés menos que esa versión genial que ya sos. 

Desde este momento, vas a vivir un millón de cambios y un millón más de aventuras, no tengás miedo de ninguno; todo va a ser para bien. Algunas de las personas que amás ahora, ya no van a formar parte de tu vida después, asi que disfrutá cada momento a su lado, demostrales tu amor cada que podás y nunca te guardés el expresarles lo importantes que son para vos. 

Si en el camino alguien dice algo que duela, o alguien se burla de vos; no te lo tomés personal, a veces las personas vierten opiniones sobre lo que no conocen y no imaginan la realidad que tienen frente a ellas. No tardés en perdonar si te sentís ofendido, te vas a dar cuenta que quienes te ofendieron al inicio, usualmente terminan siendo tus amigos y que no querrías perderte la oportunidad de conocerlos sólo por un poco de rencor. 

En los veinte años que vienen, así como un millón de cambios, también vas a hacer un millón de cosas que no están en tus planes o que no pensabas que ibas a querer hacer; de algunas te vas sentir muy orgulloso, y de otras, pues no tanto. Sin importar qué, no te castigués por ellas; aprendé lo que podás y seguí adelante. 

Sé que ahora, llorar parece la solución a muchas cosas que te duelen, pero vas a descubrir que vos podés hacer mucho más que eso. Nunca te callés, levantá la voz, denunciá lo injusto y no tengás miedo de expresarte; pero no olvidés que todo lo que digas tendrá consecuencias. Nunca te callés, porque esa fuerza y esa valentía también le van a servir a otros para no tener miedo a hablar. 

Vas a reír, vas a llorar, vas a equivocarte, vas a acertar, vas a ganar y también vas a perder; hasta van a despedirte. Pero en todo eso, quiero que sepás que yo sigo estando muy orgulloso de vos y que sé que solo hay cosas maravillosas aguardándote en el futuro. 

Hay una sola cosa que no tenés que olvidar: disponer tu corazon para los cambios que Dios desee efectuar en tu vida. A veces vas a ser muy orgulloso, y Él va a darte lecciones para eso; a veces vas a querer hacerte la víctima, y Él te va a mostrar con hechos que no has nacido para ser una víctima y que no es eso lo que Él espera que seas. A veces vas a ir muy rápido y Él va a detenerte, a veces también vas a hablar de más, y Él va a enseñarte aquello que definitivamente vale la pena guardarse para uno mismo, y al final, Él también va a enseñarte cuando no detener el ímpetu de expresarte. 

No tengás miedo, no tengás miedo que si Él está con vos; vos vas hacia adelante. 

Una cosa más: Dios siempre va a estar recordándote que te ama, no olvidés encontrarlo en los detalles, en el prójimo, en lo que te sucede; porque Él va estar ahí, con vos, todos los días, hasta el fin del mundo. 

No sabes como quisiera abrazarte y decirte que no tenés que tener miedo, que vas a estar bien; y a la vez se me llenan los ojos de lágrimas porque se que vas a ser capaz de descubrirlo y de siempre volver a sonreír. Sé que vas a ser capaz de levantarte una y otra, y otra y otra vez. 
Aunque nunca te lo había dicho, soy muy feliz de que el yo que soy ahora, haya sido alguna vez el niño que vos sos en este momento. 

Con mucho amor. 

Carlos



Por:
Carlos Eduardo Gómez  









domingo, 1 de septiembre de 2019

Una vida de aventura

Cuando las personas me preguntan mi edad, casi siempre se sorprenden cuando les digo cuantos años tengo (especialmente si no tengo bigote) y comienzan a decir cada número aleatorio entre veinte y veintisiete que se les viene a la mente para tratar de expresar cuanto más joven piensan que estoy. 

La verdad es que hace unos días cumplí veintisiete años y para nada me molesta que la gente piense que tengo más (de verdad que no es una de mis inquietudes a estas alturas de la vida; me inquietan mucho más mis ojeras), de hecho, creo que también me gusta un poco cuando alguien dice que me veo mayor; las canas no me van mal. 

Desde que comencé a escribir en este blog, hace varios años ya, siempre publico algo en ocasión de mi cumpleaños, y esta vez, quisiera contarles esto: 

Estos veintisiete años han sido una apasionante aventura. Me alegro de no estar donde estuve antes, pero también me alegro de haber estado ahí. Cada punto de mi vida ha servido para crecer, para evolucionar para avanzar a la siguiente etapa de esa metamorfosis en la que constantemente me encuentro. 

No soy la misma persona de hace un año, ni de hace dos, mucho menos la misma persona de hace diez; pero estoy feliz de ser quien soy hoy. Lleno de imperfecciones, de terribles defectos, de ansiedades, de miedos y complejos pero siempre expectante a la siguiente obra que Dios va a hacer en mi vida para transformarme en alguien más parecido a Él. 

Estoy feliz de ser quien soy, pero anhelo que mi corazón nunca deje de ser moldeado para que se parezca más al suyo. Estoy feliz de ser quien soy, pero le pido todos los días que mis ojos puedan abrirse para observar y comprender lo que Él quiere enseñarme, y para que yo pueda ponerlo en práctica. 

A veces veo con mucho miedo al futuro, pero recuerdo que una vez escribí que si mi vida era como una montaña rusa, yo no tenia que temer, porque Él está siempre ahí. Hoy, como deseo de cumple de mis veintisiete, me gustaría pedir que, cuando en mi vida exista esa sensación de ir en una bajada tenebrosa o de estar de cabeza, yo pueda dejar que Él tome fuerte de mi mano y me permita gritar de la emoción de saber que está ahí y que puedo confiar; de saber que Él está ahí y que puedo afrontar el futuro con esperanza. 

Finalmente, mi deseo de veintisiete es que Él me permita comprender que, sin importar que tan feliz me sienta con quien soy ahora, Él aún quiere mejorarme, edificarme, construirme y transformarme para que yo sea más como Él. Que mi corazón siempre siempre siempre esté dispuesto a dejarlo obrar en mí. 

Gracias, a Él también, por este año más de paz y calma, de salud y bienestar, de gracia y prosperidad. Gracias a Él por cada una de sus vidas, que en el día de mi cumpleaños no dudaron en compartir sus buenos deseos, abrazos y palabras de ánimo conmigo. No dudo que Él les devolverá multiplicada por cien, cada sonrisa que me sacaron. 


Por:
Carlos Eduardo Gómez  
cared1992@gmail.com



domingo, 12 de mayo de 2019

Las 25 cosas sobre mí: después de mil acontecimientos trascendentales

...echando toda vuestra ansiedad sobre Él, 
porque Él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:7

1. He pasado de tenerle miedo a las cucas voladoras a ser su peor enemigo. 
2. He descubierto que el rojo quizás sea mi color favorito. 
3. Ahora me gustan los zapatos blancos. 
4. Prefiero que haga calor y día soleado a un día de frío o lluvia. 
5. Puedo comer sandía todos los días y a cualquier hora como forma alterna para mejorar mi humor. 
6. Tengo una colección de orquídeas y cada vez que alguna florece el corazón se me hace chiquito. 
7. Por las noches, muy noche antes de dormir; tengo antojos de pan dulce con café. 
8. He comprendido que el verdadero desafío de aprender un idioma está en hablar por teléfono con una persona de la tercera edad, nativa de ese idioma, y lograr comprender algo de lo que diga. No no; no comprender todo. Solo comprender algo de todo lo que diga. 
9. La etapa de britney pelona ha sido superada exitosamente. 
10. Este año, después de otros 26 años ya vividos, por fin estoy aprendiendo a hacer un par de cosas por mi cuenta. 
11. He dejado la llave del carro adentro tantas veces que creo que debería comenzar a aprender cerrajería. 
12. Dos de queso y dos revueltas de maíz por favor. Excepto si son del galerón de Merliot. 
13. Mi árbol de nances está llenisimo de frutos. Este año voy a disfrutar mucho. 
14. Soy dueño de tres gallinas y un gallo: Pepa, Coco, Coqueta y Pepe. 
15. Mi carro es "el chele" y me ha dado más dolores de cabeza que mis sobrinos a mis hermanos. 
16. Las películas de terror ya no me gustan tanto. 
17. Aunque mis hermanos piensen que soy muy amargado; ellos son un elemento esencial en mi vida y estoy seguro que pelearía contra todas las cucas voladoras del mundo por ellos. 
18. Sigo prefiriendo la montaña sobre el mar. 
19. Me he prometido a mí mismo hacer un viaje solo próximamente. 
20. Se que me he equivocado en varias de las decisiones tomadas el último año pero me siento alegre con todo lo que me ha tocado vivir. 
21. No me gustan los panes con pollo. 
22. Doña Clara sigue siendo una maestra ejemplar. 
23. Este año me gradúo mamáaaaaaaa.
24. Este año me han pasado algunas cosas que aun me entristecen un poco al ser recordadas, pero:
25. Mi fe, mi agradecimiento y mi alabanza siguen estando ahí porque el amor y el respaldo de Dios a mi vida nunca se han hecho esperar. Trato, dentro de la amplia gama de mis imperfecciones que, esta versión de oveja revoltosa que soy, siempre pueda atender a la voz del Pastor y descanse a sus pies en todo momento. Trato que, dentro de todo mi orgullo y terquedad, su amor nunca deje de fluir y de transformarme para ser cada día ese ser humano que Él quiere que yo sea. 
No dudo que Él aún no ha terminado su obra en mí, y pido que mi corazón siempre esté dispuesto a ser transformado para que mi forma de ver, entender y sentir sean cada día más parecidas a las de Él. 

Por:
Carlos Eduardo Gómez 
cared1992@gmail.com