sábado, 1 de noviembre de 2014

Las cosas que nunca me dije

En repetidas ocasiones he escrito sobre todos los valores, principios y gratas experiencias que mi vida como deportista me ha dado o ha forjado en mí; sin embargo hoy, cuando el final de 2014 se aproxima, quizás junto al posible cierre de un ciclo de mi vida y la apertura de otro aun más excitante, me gustaría contarte sobre aquellos regalos de los que he sido acreedor, gracias a la decisión que tome hace seis años cuando opté por dedicarme a entrenar para competir. 

No dudo que en el futuro, todo aquello de lo que hoy hable también será de dicha para vos. Quiero contarte, las cosas que nunca me dije:

Lesly

No se bien como contarte sobre Lesly, ni siquiera tengo una idea clara del instante en que ella y yo nos hicimos tan buenos amigos; pero si de darte una idea se trata, diré que la conocí ahí por 2009 ya que ambos nos encontrábamos empecinados con la cuestión de la esgrima para esos días. Creo que en 2011, cuando me encontré en medio de uno de los episodios más duros de mi vida, pude encontrar en ella una confidente, y puedo incluso decir que un refugio en medio de la tormenta que sentía estar atravesando. 
A veces creo que soy un dolor de cabeza para ella, cuestión que me da mucha risa, y aunque en pocas ocasiones se lo digo hablando en serio, se que mi vida no sería igual de dichosa sin su presencia hasta la fecha. Su disposición por ayudar a los demás, su carisma y alegría, y el optimismo ante las cuestiones adversas son solo algunas de las cosas que puedo decir, he aprendido de nuestra amistad. 
Y si nunca hubiera puesto un pie en la Federación Salvadoreña de Esgrima, estoy seguro que no la conocería. 

Lesly, 2014



Gaby

Ya ni siquiera me refiero a ella de esa forma, es muchísimo más común que la llame menchis, o menchita, o babish, entre unos cuantos cientos de nombre que me he dedicado a ponerle. La conocí en 2010, cuando una extraña combinación entre mis horas de entreno y mis clases de francés e ingles simultaneas me obligaron a cursar mi primera clase por las noches. 
Aún ahora, me hace reír la forma tan particular en que me presenté con ella el primer día de clase que hasta puedo afirmar que le di miedo en aquella ocasión . 

Sin embargo, los años de universidad no se nos han pasado sin que hayamos logrado construir una solidad amistad que después de cinco años no ha podido ser doblegada por nada. He emprendido tantas aventuras a su lado, que hasta creo que debería escribir un libro con su co autoría. 
Pasarán los años y yo seguiré admirando esa capacidad de amar tan profunda que solo en ella he encontrado, y que mi personalidad misma pone a prueba todos los días, saliendo su virtud siempre victoriosa. 

Junto a Gaby, 2014


El mejor equipo de trabajo 

Es difícil explicar esto, pero vaya que hay un sentido: 
Cuando terminé el bachillerato en 2009, con mi primer año de vida deportiva finalizado, todo apuntaba que seguro yo acabaría estudiando en otro país, por las aspiraciones que había tenido siempre y que habían sido incrementadas luego de ver a mi hermana graduarse de una prestigiosa universidad en Honduras. 
Yo tenía similares aspiraciones y vaya que consideré seriamente estudiar en Zamorano también. Sin embargo estudiar ahí me imposibilitaría casi totalmente hacer esgrima, por lo que decidí quedarme en El Salvador y seguir con la terquedad del proyecto que ya me había tomado un año. 
Lo anterior, sumado a otro grupo de acontecimientos me llevó a terminar en la universidad en la que me encuentro hoy día,  y que verá coronar mi vida académica como licenciado en turismo, cuestión de la que me siento tremendamente orgulloso. 

Es ahí donde conocí a Gaby, pero tambien a Adriana y Valeria. 
Ellas se han dedicado a soportarme desde hace más de dos años y medio, pero también me han enseñado a trabajar con la mira puesta siempre en la excelencia. Son cosas que debo agradecerles hoy, y no dudo, agradeceré en el futuro. 

Gaby, Adri y Valeria, 2014


Son todas mis mejores amigas a la vez. 

Podría seguir mi lista por largo rato, mencionando a mis compañeros de equipo de sable, mi entrenador, mis antiguos entrenadores, mis amigos internacionales, etc etc. Todos productos de una decisión que estaba inmersa en el plan maravilloso de Dios para mi vida. 

Cada día me despierto agradeciendo por tan grandiosa oportunidad pues todas las personas que te he mencionado con anterioridad, son bendiciones constantes para mi vida: me enseñan, apoyan e inspiran para nunca detenerme, pero mejor aun, para ir siempre hacia adelante. 

Nunca me había dicho cuanto representaban para mí,  hasta hoy. Vaya que me siento dichoso por gozar de su compañía y por la luz que reflejan para iluminar mi diario andar. 


Por:
Carlos Eduardo Gómez 
cared1992@gmail.com