Tenía ya varios días sin escribirte, si no me equivoco, no te escribía desde tu cumpleaños número veintiuno en 2013. Aquellos fueron sin duda días intensos, creo que nunca te he visto con las emociones tan a flor de piel como en aquellos (ahora) memorables momentos de tu vida.
Más de dieciocho meses han pasado desde entonces y hoy vengo para hablar de varias cosas con vos, quizás mis motivos no son tan alentadores como los de aquellos días, pero no dudo que dentro de todo también tengo una buena noticia para darte.
El 2015 ha sido un año algo extraño ¿cierto?, te conozco tanto que sé que nunca has deseado con tal intensidad volver a otros capítulos de tu vida solo para poder respirar un poco del presente, para escapar de la realidad que a veces te parece tan pesada y grotesca. Sé que algunas cosas te han hecho sentir peor persona de lo que jamás imaginaste ser.
Los últimos tres meses has pasado preguntándote si realmente vales la pena.
Difícil pregunta, difícil. Difícil respuesta también.
No puedo responder a la cuestión de valer la pena o no, porque no soy el indicado; pero puedo decir con seguridad que vos, estás lleno de imperfecciones. Tu vida, es una vida de imperfecciones.
Nunca, como en este período, había notado que sos tan inseguro, prácticamente le temes a todo lo que no controlas al cien por ciento. Con vos no hay tranquilidad tal, mientras las cosas no estén alineadas de la forma en que tus astros cerebrales te indican que deberían estar. Te he visto incluso ver películas hasta la madrugada por miedo a la oscuridad. A veces hasta quisiera susurrarte que todo va a estar bien, buscando que así de pronto logres dormir tranquilo.
También sos envidioso talla extra grande. No te gusta que los logros de nadie superen a los tuyos. Incluso a veces te preguntas si es válido pedirle a Dios que le dé triunfos más pequeños a los demás, para que tal vez así los tuyos puedan verse más asombrosos. Si la vida fuera una revista, no soportarías que nadie más estuviera en la portada.
Creo que al final, la envidia es producto de tu inseguridad, y yo he seguido queriendo decirte que todo va a estar bien, que quizás no te falte ningún reconocimiento para que otros valoren lo que haces.
También sos altanero y egocéntrico, siempre necesitando que se haga notar porque vos sos el mejor en todo, porque el resto es inferior a su majestad. Estoy seguro que más de alguna vez has deseado entrar a un lugar esperando que todos te miren con admiración como si tu sola existencia lo mereciera. Y yo he seguido con aquellas ganas de decirte que vas a estar bien, incluso si nadie parece notarte.
Obstinado e impaciente, varias veces he tenido que detenerte de decir algún par de estupideces a aquellas personas que no comparten tu forma de hacer las cosas. Porque para vos, si no es a tu manera, entonces no se hace. Y yo, queriendo decirte que todo va a estar bien, incluso si te das permiso de hacer las cosas de formas diferentes a las que vos crees, son las correctas.
Carlos, vaya que sos un ser humano imperfecto. Y sé cuánto te han costado tus defectos, y sé que a veces no has querido corregirlos, y sé que a veces solo te has tirado a la cama a llorar, deseando tener solo un par de virtudes más. Sé que darte cuenta de tus propios defectos ha resultado doloroso de vez en cuando.
No tengo ningún argumento para decirte que tus defectos no cuentan, pero tengo argumentos para decir con seguridad que Dios está trabajando en vos. Él está transformando ese barro tan lleno de impurezas, en el material apropiado para crear la vasija perfecta.
No tengas miedo… Todo estará bien. No te afanes en ser “más perfecto”, dejale eso a Él, que te aseguro que su cuidado y bondad también están efectuando esas transformaciones llenas de amor que vos siempre has esperado en tu vida.
Quizás debo decírtelo más claro: Es Él quien perfeccionará la obra.
Tu misión, por ahora, es disponer tu corazón para que Su Amor irrigue hasta el último centímetro de vos.
Yo estaré ahí para ver cuando esas imperfecciones de hoy, vayan tornándose en virtudes admirables; y estaré ahí para recordarte a quien es que debes agradecer cuando eso suceda.
Desde aquí, te amo.
Carlos
Carlos Eduardo Gómez
cared1992@gmail.com