domingo, 31 de diciembre de 2017

A Su ritmo

¡Nico!

Otro año más está por terminar y aquí estoy para escribirte un poco, no del año que está acabando, sino de las cosas que en estos últimos 365 días he podido ir descubriendo. 

Lamento no haberte escrito tanto en 2017, no prometo que 2018 sea diferente, pero podés tener por seguro que estoy aprendiendo todo lo que pueda, para que cuando finalmente nos encontremos, tenga mucho para compartir con vos. 

Este año ha sido para mí de retos complejos, pero más que nada ha sido un año donde he descubierto de manera básica y lógica que nada de lo que planeo o espero puede salir bien si no estoy tomado de la mano de Dios. 

No importa que tanto esfuerzo, sudor o trabajo le ponga a algo; si Dios no ocupa la parte central en ello, yo puedo estar totalmente seguro que no funcionará. 

Resulta fácil de decir, pero es cien veces más difícil de aceptar. 

Y es que en 2017 la verdad fue clara: ni mis conocimientos, ni mis habilidades, ni mi capacidad para entablar relaciones cordiales con las personas van a producir el resultado que deseo si yo no estoy tomado de Su mano. 

Nada, absolutamente nada. NADA podrá salir bien si Él me está viendo de lejos. Y puedo estar muy seguro que si me ve de lejos, es porque en mis planes el protagonista soy yo y no Él. 

Estoy seguro que este año Su Amor incondicional sigue formándome para que logre entender que, a diferencia de cualquier otra persona, yo, si me declaro su hijo, no puedo dejar nunca de depender. De depender absoluta, completa y totalmente de Él. 

No todo ha sido como yo he esperado este año, no todo ha salido “bien” desde mi perspectiva humana y superficial. Pero hoy declaro que mi vida está siempre dispuesta a que sus planes de bienestar sigan cumpliéndose en ella. 

Y sus planes de bien para mí, van a su propio ritmo; no con mi prisa ni con mi ansiedad, sino fluyendo con Su Infinita Misericordia. 

Y si Su Misericordia aún está trabajando en mí, entonces he terminado el año de forma victoriosa. 

Tu abuela siempre dice que en la vida puede faltarnos todo pero que, si Él sigue ahí, entonces somos vencedores. 

Entonces puedo confirmar una vez más: mi año ha terminado de forma victoriosa. 

Para 2018, yo dispongo mi corazón para que sus eternos planes de amor para mi vida, sigan fluyendo al ritmo que Su también eterna misericordia indique. Porque si Su Misericordia sigue estando ahí, entonces, de una u otra forma, la victoria está también presente en el capítulo que está por abrirse. 

Desde aquí, un par de años atrás... 

Te amo. 

Carlos 


Por:
Carlos Eduardo Gómez 
cared1992@gmail.com