domingo, 27 de febrero de 2022

Carmen

Hola Carmen

Desde que partiste, he estado pensando en lo mucho que lamento no haberte conocido un poco más; o lo mucho que me arrepiento de no haberte llevado a ver una competencia de esgrima como me pediste. Lamento también no haberte invitado a subir una montaña conmigo, y de pronto ver un amanecer juntos, como sé, te habría encantado. 

Lo siento, y espero que desde ese cielo hermoso en el que estás, podás perdonarme. Sé que es tarde para decirlo, pero no dudo que ese corazón noble que tenés seguro se está riendo un poco de mis lamentos tardíos. 

Vos viviste veintidós años; yo tengo casi treinta pero me queda más tiempo. No sé cuanto exactamente pero sé que hay un hoy que aún puedo vivir como si fuera el ultimo día de mi existencia. En honor a vos, quiero vivirlo con doble intensidad y quería escribirte esta carta para contarte un poco de las cosas que me gustaría cambiar de aquí en adelante; espero que desde donde me leás, te saquen una sonrisa. 

Voy a subir todas las montañas que pueda: en cada camino voy a recordar que tengo un tiempo limitado, y procuraré que eso me de la fuerza para dar el siguiente paso. Nunca voy a dejar de maravillarme de ver la creación de Dios en su máximo esplendor cada vez que conquiste una nueva cumbre. 

Cada cumbre que conquiste va a llevar de alguna forma tu nombre. 

Voy a sonreír en las fotos: no importa que tan feo crea que me veo al sonreír,  voy a perderle el miedo a la "fealdad" y voy a mostrar esos dientes tal cual perrito cuando ve a su amo. Gracias por recordarme que no tengo todo el tiempo del mundo como para desperdiciarlo preocupandome de como me verá la gente; o de si voy a gustarles o no. 

No voy a volver a preocuparme de eso; al contrario, cada vez que alguien diga "foto", voy a hacer que esa sonrisa me salga del corazón como si fuera la ultima vez que podré hacerlo. 

Voy a pensar en vos en cada una de esas sonrisas. 

Ya no voy a tenerle miedo a las cucarachas voladoras: quizás nunca lo supiste, pero desde niño les tuve pánico. La próxima vez que una se me cruce en el camino, voy a agarrarme a "chancletazos" con ella. Nunca más voy a volver a cerrar los ojos cuando vea que alguna se aproxima. 

Y a esos otros miedos que llevo dentro, también los voy a agarrar a "chancletazos" cuando quieran manifestarse. No voy a volver a cerrar los ojos cuando se aproximen. 

Te voy a recordar en cada una de esas victorias. 

Voy a hablar de aprendizaje: aunque siempre he visto todo en función de ganar o perder, de ser el mejor o no ser nada; de aquí en adelante voy a cambiar ese lenguaje por uno más compasivo. Un lenguaje donde se exprese que en esta vida tan corta, hay algo que trasciende a la victoria o a la derrota: la capacidad maravillosa de aprender. 

Porque al final, es únicamente el aprendizaje lo que puede volvernos mejores. 

Cada vez que logre expresarme así, también vas a estar presente. 

Voy a agradecer todos los días: por la alegría del amanecer y por la solemnidad del atardecer; por lo esplendoroso de la creación y por el amor de Dios que puede encontrarse en todos los detalles de nuestra vida. Por mi prójimo y por la posibilidad de servir que se renueva todos los días. 

En cada paso procuraré encontrar esa manifestación de amor que nos lleva a vivir al siguente nivel. En cada uno de esos momentos, voy a tomarme el tiempo de respirar profundo y agradecer. 

Gracias, Carmen. 

Por recordarme con tu vida que no puedo desperdiciar ni un solo segundo de la mía. Por recordarme con tu sonrisa que no debo dejar de sonreír. Y por recordarme con tu amor a Dios que no puedo dejar de depender de esa fuente inagotable. 

Desde donde yo estoy y hasta donde vos estás, te abrazo.