domingo, 14 de junio de 2015

Las cosas que no tengo

He estado pensado como sería mi vida si siempre hubiera tenido todo lo que pedía: a veces me lamento e internamente deseo haber tenido más, otras veces me alegro de lo que hubo, y con decisión me enorgullezco de que aquello me haya constituido tan bien. Aunque nunca lo había meditado así, me doy cuenta que a la fecha muy pocas cosas me han sido negadas; cuando niño, hubo juguetes que mamá no pudo comprarme porque no se disponía de suficiente dinero en casa, de adolescente la cuestión de los juguetes de sustituyo por ropa nueva, y luego por las interminables clases pagadas que yo quería tomar. 

Pero sin duda nada de lo que no se me dio me marcó de forma negativa; aunque reconozco que mamá tuvo que soportar algunos berrinches de mi parte... ¡Vaya hijo que he sido!

Dios ha abierto muchas de las puertas que yo he tocado, y ha hecho que casi todas mis peticiones ante terceros sean respondidas de forma positiva. Cuando alguien me dijo no, solo tuve que esperar que alguien más dijera que si para cederme el paso que me había sido negado. Lo que en mi vida no pudo hacer el dinero, lo hizo Dios con su amor; ni siquiera puedo imaginar cuanto tengo que agradecerle por su bondad hacia mí. 

Curiosamente, apenas hace un par de días (quizás menos), vi como una de las cosas que más había deseado en mi vida no me fue concedida. A mis veintidós años, le había apostado a una beca para cursar mi maestría en el extranjero y ya tenía elaborado el plan para mis próximos veinticuatro meses. Ni siquiera contemplaba la posibilidad de no ser aceptado como beneficiario; y por la misma razón, no tenía plan de contingencia. 

Apliqué a un programa de becas, y no fui aceptado; una de las peticiones más serias de mi vida fue negada... Y yo, vengo para decirte que agradezco; agradezco las cosas que no tengo. 

Como dije antes, Dios me ha abierto muchas puertas; muchas, pero no todas. ¿Que pasó con las puertas que no me abrió? Pues tampoco me había puesto a pensar en eso: hasta ahora. Cuando Dios no abrió una puerta que yo toqué, me hizo volver por el pasillo, me dio tiempo para pensar, y me mostró otro camino; luego me llevó hasta otra puerta ( a veces más grande, a veces más chica) y me dio la voluntad y el ánimo para llamar como si fuera la primera vez. Y luego... ¡BUM! 

Me hizo entender porque la primera nunca fue abierta, porque las bendiciones que llegaron a mi vida después fueron más asombrosas e increíbles de lo que yo podía pensar. Porque todo lo que yo esperaba recibir termino pareciendo pequeño en comparación con aquellas bendiciones que me fueron entregadas. 

Nico, algún día, al orar, repetile  a Dios lo que yo le he dicho estos últimos días. Decile de mi parte que le agradezco por lo que no tengo, porque he comprendido que lo que Él dará es mucho mejor. 

Decile que agradezco por las puertas cerradas, porque comprendo que no son bendiciones negadas, sino Él, llevándome hacia las cosas maravillosas y espectaculares que quiere darme. Decile que no dudo que Su mano, está guiándome hacia ese lugar donde encontraré todo lo que siempre he querido. Y sobre todo, decile que sé, y que sé bien, que Él tiene cuidado de todo, y que estoy listo para ver el mar abrirse ante mí; pero que esperaré alegre hasta que sea el momento que Él considere conveniente. 

Finalmente, decile que no he olvidado ninguna de sus maravillas, ni las bendiciones ya recibidas, y que por ello elevo con alegría mi alabanza dándole toda la gloria. Porque todo es por Él y para Él. 

Mientras tanto Nico, seguiré esperándote, que no dudo que pronto tendré cosas asombrosas para contarte. 

Desde un par de años atrás...

Te amo. 

Carlos Eduardo Gómez 
cared1992@gmail.com