lunes, 18 de febrero de 2019

Despedido

"Cuando siento miedo,
pongo en ti mi confianza"
Salmos 56:3

¡Despedido! Esa fue la palabra que escuché el 15 de enero de 2019 a eso de las nueve de la mañana. 
Esa palabra que en mi vida pensé escuchar dirigida hacia mí, finalmente me alcanzó. 
Para nada me interesa tratar de explicar si tuve la culpa yo o fue algo que pasó de forma injusta; me basta con que todas las personas con las que he trabajado se hagan una idea por si mismas. 

Ese día en la mañana, luego de vaciar mi escritorio y despedirme de todos, fui a un restaurante de comida rápida y pedí un café. Mientras estaba ahí me comenzaron a temblar las manos y no paraba de preguntarme que haría al día siguiente. Llamé a mi mamá para contarle y aunque me sentía tremendamente triste, con dificultad me salieron un par de lagrimas durante la llamada. 

El mes siguiente ha sido de profundo auto-descubrimiento: los primeros días no quería levantarme y dormía casi hasta mediodía, los días siguientes fui a un par de entrevistas, luego me volví el come-nutella desquiciado, luego me corté el pelo y actualmente me encuentro en esa etapa donde me subo a la cinta caminadora y hago ejercicio como si fuera el fin del mundo. Todo eso transcurrió mientras me aseguraba que en casa la limpieza estuviera hecha, los platos lavados y limpios y el jardín se encontrara impecable (de hecho volví a cuidar las orquídeas).

No ha sido un mes sencillo, no para mí. Lo curioso de todo esto, es que solo he llorado en dos ocasiones desde entonces: el quince de enero al hablar con mamá y un par de días después mientras esperaba solo a una amiga. Y han sido un par de lágrimas nada más. 

He tenido un nudo en la garganta los últimos treinta días y creo que es porque no sabía como expresar lo que me había pasado. Hoy sin saber el momento exacto en que sucedió, supe que era lo que tenía que decir. 

Dios me recordó que nada está fuera de su control, que nada está fuera de su cuidado y que no tengo que tener miedo. No se cómo, cuándo o dónde voy a llegar a entender lo que ha pasado, pero puedo estar seguro que Su Propósito para mi vida también se está cumpliendo en todo esto. 
Él nunca se ha descuidado de mí en veintiséis años; puedo estar seguro que esta no es la excepción.

Tuve miedo de escribir sobre esto porque soy muy orgulloso y porque no quisiera que nadie se enterara que las cosas no me han salido como esperaba pero, pero, pero... 
Si no escribo sobre esto, estaría negándome a Su Propósito de transformarme, de crear en mi un corazón más parecido al suyo, de poner en mí un granito más de humildad que me acerque a lo que Él quiere que yo sea. 
Si no escribo sobre esto, estaría diciendo que mi alabanza, mi alegría y mis sonrisas solo le serán entregadas cuando me va como yo espero; y no, NO... Mi alegría y mi canto de gratitud estarán en mi boca todos los días, cuando entiendo y cuando no entiendo, cuando mi pronostico atina y cuando no, cuando puedo vislumbrar el futuro con claridad, pero también en momentos como este, donde solo puedo estar absolutamente expectante de cada una de sus sorpresas para mí. 

Yo existo y subsisto por Su Gracia, y se que puedo sostener mi sonrisa en este momento de duro golpe a mi orgullo, porque en medio de esto Su Amor está perfeccionandome y si eso sucede, yo definitivamente voy dando pasos hacia la victoria. 

Quiero repetir esta vez, algo que escribí hace un par de meses: quiero decir, quiero tratar de no olvidar que Su Amor, es lo mas asombroso que puede pasarme. Quiero decir que mi corazón está tan agradecido por todas sus maravillas como lo ha estado en cualquier otro momento de mi vida, y quizás más, porque ahora, mientras escribía esto, Su Ungüento ha permitido que el nudo que estaba en mi garganta desaparezca. 


Por:
Carlos Eduardo Gómez 
cared1992@gmail.com







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